Por mucho tiempo el turismo vacacional se encuentra controlado por el pensamiento netamente económico y las investigaciones sociológicas. En esta página web se mantiene una visión más balanceada: los turistas mismos y el encuentro con su destino vacacional. Los turistas toman lo que se les ofrecen y lo usan para sus propios propósitos; son precisamente estos propósitos los que nos interesan y más que 25 artículos en esta página web tratan de eso: el turismo de los turistas. Agregué un artículo nuevo sobre "el cambio climático" dentro del rubro "Turismo" (julio 2020).

En febrero 2020 agregué un artículo nuevo en el rubro "Turismo" con el título "La Fenomenologia y el Turismo".

La Sostenibilidad y el Turismo

RESUMEN

La relación entre el desarrollo sostenible y el turismo es el tema de este artículo. Para eso miramos primero cuales son los antecedentes y el por qué de la sostenibilidad. La discusión sobre la sostenibilidad comenzó porque una cierta cantidad de asuntos están andando muy mal: la biodiversidad está disminuyendo, las capas de ozono están siendo afectadas, las consecuencias del efecto invernadero comienzan a sentirse, diversas poblaciones están  marginándose y hay paulatinamente tantos síntomas que parece una enfermedad. El principio de sostenibilidad ha sido desarrollado como una respuesta a toda esta problemática. Para poder ver cuán profundo estos destructivos elementos están arraigados, principalmente en las sociedades occidentales, y porqué ha nacido la necesidad de mirar nuestro medio ambiente con otros ojos, vamos a exponer, en trazos generales, los diferentes elementos desde una perspectiva histórica.

La problemática

Desde el punto de vista jurídico es interesante ver como el papel de nuestro medio ambiente ha cambiado con los tiempos. Lo importante, entonces, son los asuntos que forman parte del subconsciente colectivo de toda una sociedad o de un gran grupo de personas que comparten el mismo medio ambiente. Como se ve – desde un punto de vista jurídico -  el concepto sobre el medio ambiente y la naturaleza ha cambiado considerablemente a través de los siglos. El derecho romano hace distinción entre dos importantes conceptos: un asunto o un bien no pertenece a nadie o hay cosas o bienes que les pertenecen a todos. Estos conceptos son conocidos en el latín como res nullius y res comunis. La mariposa que revolotea despreocupadamente no tiene un propietario; no obstante, en el momento en el que se le captura, obtiene un propietario y pierde su calidad de res nullius y se convierte en un bien. En el caso de res comunis pensamos en cosas que nos pertenecen a todos, como el aire que respiramos, la luz del sol o el mar. Estas cosas nunca han tenido un solo dueño. Cuantas más personas haya en el mundo más fuerte será la tendencia a que menos cosas pertenezcan a la categoría res nullius y de que los bienes que nos pertenecen a todos se tornen mas relevantes y que quede claro que la naturaleza, en la forma de flora y fauna, fue contada originalmente como un res nullius.

El ser humano siempre se ha organizado con respecto a su medio ambiente, estructuras económicas o sociales han sido originalmente establecidas para garantizar un lugar en el medio ambiente y en la naturaleza, y es esta relación de las personas con su entorno la que ha sido sometida a  fuertes cambios a través de la historia. Desde el inicio de su desarrollo el homo sapiens tuvo que competir con todos los otros animales en la naturaleza para conseguir alimento. La naturaleza no tenía dueño, las personas formaban parte de la naturaleza y el concepto ‘propiedad’ no se había inventado. Con la evolución de la agricultura el hombre se hizo consciente de que había asuntos en la naturaleza que sí pertenecían a un grupo determinado de personas, asuntos de los cuales los animales tenían que ser excluidos. En términos jurídicos el hecho de excluir forma la base del concepto de propiedad.

Los efectos negativos que la agricultura y la ganadería hubiesen podido tener se suavizaron con el hecho de que el ser humano (y pensamos entonces hace 10 o 20 mil años) se sentía como una parte de la naturaleza. La magia de cultivar y la relación con la tierra estuvieron insertados primeramente en la conciencia que los humanos tenían del medio ambiente. Desde el momento en que el ser humano dejó de ser nómada y comenzó a establecer pueblos – que después se volverían ciudades – la relación con la naturaleza y el medio ambiente cambio paulatinamente. El uno y el otro son el resultado del concepto Divino y la creencia del ser humano como Su creación.  Esta visión del ser humano en el centro del universo también ha llevado hasta el desarrollo de la propiedad privada. Las personas se crearon el derecho de tener algo, del que todo el mundo es excluido – un proceso, que especialmente en el mundo occidental sería de mucha importancia. Mucho más tarde en la historia de la humanidad se presentó la necesidad de proteger a res nullius hasta un cierto punto, por lo que aparecieron las figuras de propiedad del estado y propiedad pública. Esto es válido para los bienes de los cuales una cierta población tiene el derecho de no ser excluido, pero el resto de las personas sí. Así como lo veremos más adelante en esta parte, también juegan un papel importante las razones económicas: la naturaleza – aún en muchas regiones un res nullius y por lo tanto sin valor económico – en el momento en que es capturada, cortada o disparada se convierte en propiedad con un valor comercial. Desde el siglo XVII los conceptos de propiedad privada y de propiedad pública se han desarrollado hasta tal medida, que la propiedad privada ha recibido un carácter absoluto y casi se ha convertido en intocable, por lo que la relación medio ambiente-naturaleza-sociedad se quebró, como también la responsabilidad de la comunidad hacia ese medio ambiente: el derecho de propiedad se concibe actualmente como el derecho de destruir los propios bienes. A pesar de que en tiempos lejanos existían ya  acuerdos acerca de como un ser humano tenía que tratar su medio ambiente, la necesidad de posesión hizo que esa relación – y con ella un enorme trozo de solidaridad social – se fuese perdiendo a favor de la intocable propiedad privada, hasta el punto de que cualquier intromisión de personas, medio ambiente, u otras consideraciones necesarias para la conservación de una sociedad, quedan completamente excluidas. Y con eso viene a hablarse de que la propiedad privada se vea en parte como un derecho para el futuro de los miembros familiares. En las sociedades occidentales existe la tendencia sobre todo debido a las altas seguridades jurídicas, los seguros de vida y los altos impuestos sobre las herencias, que el futuro de las generaciones siguientes sea en una menor medida una fuente de preocupación. Con todas las así llamadas seguridades, todo saldrá bien, piensa uno entonces. La disminución del interés religioso como consecuencia, el vivir en el presente como moda, el sentimiento de que “solo se vive una vez”, el cada vez más dominante papel de “esto es mío y nadie puede tocármelo” comienzan a dominar. El sentimiento de propiedad privada en el mundo occidental va tan lejos, que ni siquiera los hijos o nietos se involucran en esto. La propiedad privada forma un casi indisoluble todo con el ego de las personas y no solamente las consideraciones sobre las generaciones futuras juegan un papel marginal, sino también la solidaridad con el prójimo y con el medio ambiente han desaparecido en una gran parte. Las cosas o asuntos que no tienen un dueño casi no existen y aún los asuntos que corresponden al res comunis están bajo una fuerte presión, no solamente por la contaminación, sino también por la cada vez creciente tendencia, de que todo en este mundo se tipifique, de una u otra manera, como propiedad – ya sea propiedad privada o del estado. El agua potable es un ejemplo de esto.

Desde el punto de vista económico en las economías mercantiles el concepto de riqueza se limita solamente a lo que tiene valor en el mercado. Bienes o servicios, de los que el valor no puede ser expresado en dinero, no figuran dentro del concepto de riqueza. Esto significa, entre otras cosas, que la naturaleza no se toma en cuenta dentro del concepto de riqueza, ya que por lo general no representa un valor comercial. A raíz de esto la destrucción de la naturaleza no se ve como una pérdida. Por el contrario, esta destrucción forma parte importante del incremento de la riqueza, desde el punto de vista de las economías de mercado.

Esto no siempre ha sido así. En los siglos anteriores las economías orientadas al capital no estaban dirigidas al valor de las cosas, sino que también existía el lado del contenido desde el punto de vista del capital. Una iniciativa demanda una inversión y esto debe llevar hasta una producción de bienes. Con capital se produce. No obstante este concepto de contenido ha retrocedido especialmente después de la segunda guerra mundial, mientras el lado formal – el valor de algo será estipulado por el mercado – ahora prevalece completamente. Esto ha conducido en forma creciente al uso del capital para ganar más dinero sin ser realmente productivo. El especular en la bolsa es un claro ejemplo de un juego con dinero con el que unos se vuelven más rico y otros más pobres. El comercio en bienes raíces, el sector de seguros, así como el comercio del mercado de divisas pueden ser ubicados dentro de este contexto. Cuánto ganan las personas es lo primordial y no cuánto alguien produce, ya sea física, mental o culturalmente.

La presión en aumento en las economías de mercado para reproducir capital ha llevado, entre otras cosas, a cada vez más cortos ciclos de producción. Principalmente en dos maneras se ha realizado esto: Por cuidar de que un producto tenga una duración corta o por agregarle un elemento de moda, por lo que este producto después de un tiempo – cuando ya sea que esté obsoleto o pasado de moda – perderá su valor en el mercado y tendrá que ser cambiado, aunque aún se encuentre en un buen estado. Así pues, para seguir produciendo a un ritmo cada vez más alto, y para estar a tono con el mandato de producir ganancias cada vez más rápido, tiene que haber una producción creciente, constante y sostenida. Las consecuencias que esto acarrea para la naturaleza son de 2 clases:

Sustractivas: las materias primas son sustraídas de la naturaleza a un ritmo creciente e insostenible.

Polutivas: hay una montaña de desechos de lo producido que crece rápidamente y que es “devuelta” a la naturaleza de una manera cada vez más rápida.

Ambos efectos conducen a la destrucción de la naturaleza, pero esto no es visto como una pérdida económica sino más como una pieza armada necesariamente para crear más riqueza y desarrollo.

Las economías mercantiles se han dado cuenta de que la naturaleza no puede ser reemplazada y que la reproducción de ella es lenta. Esto significa que si a largo plazo el capital quiere asegurar su propia reproducción, tiene que tomar medidas para proteger la naturaleza. Esto ha llevado a un curioso resultado, como lo es que en muchas economías de mercado se ha invertido mucho en la protección y en la “reparación” de la naturaleza destruida, a pesar de que esa naturaleza misma aún no tenga un valor de mercado y de que la destrucción de esta por lo tanto no se pueda medir en un sentido económico. La limpieza de un río contaminado genera riqueza, mientras la contaminación original nunca se registró como pérdida. Desde el punto de vista técnico del mercado, se invierte en la protección de algo que desde este mismo punto de vista mercantil no existe.

Son estos criterios económicos de mercado los que principalmente durante los últimos 150 años han estado en auge y son igualmente culpables de la gran destrucción de la naturaleza.

La humanidad libra una batalla desigual con la naturaleza. Durante la segunda mitad del siglo XX  la cantidad de especies animales se ha visto disminuida en casi un 30%. No obstante, en ninguna parte del mundo esta merma en la biodiversidad aparece anotada como una pérdida económica. Que quede claro, que durante este período los límites de la sostenibilidad  fueron sobrepasados y la velocidad con la que  la naturaleza se recupera ahora está muy lejos de igualar del ritmo con que el capital se renueva. En otras palabras, usamos de la tierra más de lo que ella nos puede dar. Nuestro planeta tiene sus limitaciones en lo que se refiera a la utilización de los recursos naturales, así como a la recepción de desechos sólidos y CO2, entre otros elementos polutivos. Los fundamentos de las economías de mercado no obstante cierran los ojos al mantenimiento y cuido necesario de la tierra. La gente se ha concentrado en la producción de ganancias hasta tal punto, que todo lo otro lo ha subordinado a este acto, e incluso ni se ha preocupado por las consecuencias que esto pueda tener para nuestro planeta y su futuro inmediato. La reproducción de capital tiene que ocurrir ahora y mañana veremos de nuevo cómo hacer para  generar mas ganancias. Es decir, se sacrifica de una manera rápida la vida en la tierra para reproducir capital a un corto plazo.

Lo uno y lo otro han llevado al surgimiento de lo que conocemos como  “sociedad consumista”, en la que el comprar se ha convertido casi tan importante como el poseer, y en la que cada vez se producen mas bienes de consumo, muchos de los cuales no tenemos la certeza de necesitar realmente. Nos referimos a una sociedad en la que el adquirir y consumir se ha vuelto un asunto de supervivencia, donde la solidaridad como valor humano y social está desapareciendo, y el ego de las personas y sus posesiones son el eje central del funcionamiento colectivo, al grado de que el tiempo presente es la única fuente real de preocupación, dejando al tiempo futuro en un plano de menor importancia dentro de los patrones de comportamiento.

Desgraciadamente aún quedan más factores en juego, los cuales  no hacen que necesariamente el panorama luzca promisorio. El sector de la agricultura sufre bajo la presión de las pocas inversiones a causa de su baja rentabilidad y también por el hecho de que cada vez se usa más dinero para crear más dinero sin que haya ninguna producción a cambio. Se gasta el dinero solamente con la meta de ganar más dinero lo más rápido posible, sin que se piense en asuntos básicos, como la producción de alimentos. Bajo la presión de la disminución de los recursos naturales como el petróleo, aparecen, entre otros, los bio-carburantes en primer plano; los cuales son producidos a partir de elementos vegetales en grandes extensiones de terreno, lo que significa que la agricultura paga un precio, ya que la producción de alimentos normales disminuye en aras de producir estos sustitutos. Lógicamente los alimentos escasearán, afectando mas que nada a los países mas pobres, cuyas economías ya no son autosuficientes, sino que dependen de la importación de bienes y materias producidas en los países industrializados.

El concepto  “Desarrollo  Sostenible”

Las medidas para proteger al medio ambiente y a la naturaleza y para contener la posible destrucción de ellos han sido establecidas mucho más tarde en la historia de la humanidad. Las ideas mismas sobre la protección de la naturaleza y del medio ambiente son viejas, ahí hasta en donde cierta medida la división entre el hombre y la naturaleza se realizó lentamente; no obstante para verlo como un movimiento de carácter social tenemos que remontamos al siglo XIX (la revolución industrial). Alrededor de  1860 se crearon varios parques nacionales en los EE.UU. (entre otros Yellowstone) y en países como Canadá y Australia se siguió rápidamente. En Holanda hay también señas visibles de ese tiempo: La Asociación Holandesa para la Protección de los Animales fue fundada en1864.  A nivel internacional en 1913 se firmó la primera acta de lo que sería El Consejo Internacional para la Protección de la Naturaleza (ahora es conocida como La Unión Mundial para la Conservación).  En esa época era el punto principal la protección de específicas áreas naturales.

Un completo nuevo desarrollo se puede presenciar al final de los años sesenta. La  alta tasa de natalidad en Europa de después de la segunda guerra mundial (Baby Boom), y los cambios estructurales en la población en todo el tercer mundo a finales de los años 50 (Transición Demográfica), cuando la población mundial comenzó a crecer a pasos agigantados forman los cimientos del reporte del Club de Roma en 1972. Junto a la protección de la naturaleza y a conceptos como la ecología, vinieron a rebelarse otros dos cruciales factores: la pobreza y el hambre. Uno de los conceptos básicos que se desarrollaron fue que para una sociedad ecológicamente saludable había que hacer una reorganización radical de las estructuras sociales a nivel mundial.

A finales de los años 80 y a principios de los 90 salió a relucir otra clase de interés, con la que a nivel internacional se formaron los hitos del Reporte de Bruntland (1987) y el de la Conferencia de Río de Janeiro (1992). Durante esos años se desarrolló una cantidad de conceptos básicos sobre lo que más tarde se llamaría la Sostenibilidad. Es interesante que desde el punto de vista político la idea de la sostenibilidad fue abrazada tanto por la derecha como por la izquierda, ahí donde sonó bien un acuerdo entre la economía y la ecología.

El turismo no tuvo ningún papel importante en estas 3 fases de desarrollo. Al principio del siglo XX comenzó claramente a desarrollarse el turismo, pero en el campo de la protección de la naturaleza esto no tuvo mucha importancia. Durante los años 70 el turismo no se vio afectado por el debate ambientalista y fue visto como una ocupación saludable – la industria verde.

Al final de los años 90 es cuando el turismo se implicó en la discusión sobre el desarrollo sostenible y especialmente por el debate alrededor de la biodiversidad fue que el turismo fue puesto en la línea de fuego. En el año 2001 se formularon leyes para La Diversidad Biológica y El Turismo Sostenible (Convención sobre Diversidad Biológica 2001). Las Naciones Unidas declararon el año 2002 como el año de Eco-Turismo. Además se tiene que anotar que los conceptos del desarrollo turístico sostenible desde algún tiempo estaban jugando un papel de importancia en un nivel más “bajo”, en otras palabras, muchas acciones de grupos locales, asociaciones ambientales y ONG han tenido un importante aporte en los últimos 15 ó 20 años, mientras que justamente a nivel internacional la discusión sobre la sostenibilidad parecía que fastidiara. La Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible (2002) arrojó algunas nuevas luces sobre este asunto y en 2003 se inició el Proceso de Marrakech, un marco decenal de programas en apoyo de las iniciativas regionales y nacionales encaminadas a acelerar el paso hacia el Consumo y Producción Sostenibles (CPS). Varios grupos de trabajo (Task Force) fueron formados con este fin.

Donde por lo general prevalece un acuerdo es en los tres más importantes pilares donde se apoya el concepto de la sostenibilidad: el fomento de un medio ambiente saludable en una naturaleza protegida, luego la participación activa de todos las partes implicadas y por último también la ganancia económica para todos los participantes. Lo que importa en primer lugar es el desarrollo de un país, de una sociedad, de una región o de una comunidad, en la que los recursos naturales y las materias primas sean usados de una manera en la que las generaciones futuras de la misma o de una mejor manera puedan satisfacer sus necesidades fundamentales como lo hacen las generaciones actuales. En otras palabras, lo que importa en la sostenibilidad es una visión del desarrollo, que sea dirigida claramente al futuro. Esta visión se refiere a la conservación del medio ambiente y de la naturaleza en cooperación muy estrecha con la población en el más amplio sentido de la palabra. Esto significa que se reconoce que una sociedad, una población local o un grupo homogéneo de personas necesitan de protección para su conservación. Además de esto está el punto de que el ser humano aspira a un desarrollo, con el que todos los participantes prosperen también en el área económica. Esto puede implicar no solamente los ingresos, sino también las infraestructuras o el acceso a toda clase de servicios. Paralelo a esto se han formulado por medio de Las Naciones Unidas algunos derechos, como el de los alimentos, el agua potable, la educación y muchos otros.

Para proporcionarles  a nuestras generaciones futuras todas sus necesidades vitales, de la misma o de una mejor manera, desde ahora tenemos que limitar todas nuestras acciones dañinas y perjudiciales. El daño que estamos haciendo ahora se puede dividir aproximadamente en dos grupos. Primero está el grupo de los factores dañinos a pequeña escala y entonces están los factores a un nivel mayúsculo. En la micro-problemática de la sostenibilidad pensamos en el problema de demasiadas personas en un sitio (sobrepoblación), destrucción de la naturaleza, contaminación en general, sobre explotación, el vandalismo y la criminalidad. El trabajo de la protección de las áreas de naturaleza, la creación zonas amortiguadores de impactos ambientales e infraestructuras favorables para el medio ambiente son todos por lo general muy costosos para realizarlos y para financiarlos; a menudo se piensa que es un asunto del gobierno y no un asunto que nos incumbe a todos. Otros ejemplos son el cultivo orgánico de verduras y también el desarrollo del suelo por medio de una técnica de permacultura y no por el uso de abonos artificiales. El reciclaje también es un ejemplo de una práctica muy necesaria. Suciedad, basura, desechos y las diversas emanaciones se han vuelto un problema enorme tanto en el micro nivel como en el macro nivel. Esta problemática  se entorna más que todo a la cantidad, cuánto daño se causará y en cuánto tiempo las sustancias se desintegrarán.

Es obvio que muchas acciones para el desarrollo del turismo sostenible meramente se toman a un nivel local; los grupos de acción se concentran en un asunto especial, mientras que otros factores dañinos no se abordan.

En el desarrollo sostenible falta a menudo una definición muy clara del problema y las instrucciones para resolverlo. Con frecuencia los medios financieros escasean, hay demasiadas pequeñas compañías e instancias que están involucradas (toma de decisiones lenta), no hay reglas o leyes, hay una falta de conocimiento y de mano de obra y principalmente de información.

Una estructura de organización extensa a un micro nivel para la problemática de la sostenibilidad  puede tener ciertamente una influencia en la conciencia de la sostenibilidad de todo un país, aunque la vía gubernamental en este terreno a veces sea  limitada. Así podemos ver que un país está más avanzado que el otro en el campo de la protección de la naturaleza y del medio ambiente. Los comités regionales de las así llamadas organizaciones no gubernamentales (ONG) y los grupos de acción con frecuencia forman parte de un importante grupo de presión para el desarrollo sostenible en una región.

Además de esos grupos de efectos dañinos a los que nos hemos referido, también está el caso de los efectos directo negativos que son perceptibles fácilmente, en contraste con aquellos, que no se pueden establecer fácilmente cual daño están causando. Como ejemplo del micro nivel podemos nombrar la especulación de la tierra en las zonas turísticas –por lo general no manipulada por la población local, sino por extranjeros-. El efecto en una economía local puede ser desastroso; sin embargo este es un problema regional, que por lo general casi ni se reconoce.

El segundo grupo de factores dañinos calculables es de carácter más amplio: el daño a la capa de ozono, los cambios climatológicos, la disminución de la biodiversidad mundial, la pobreza, la exclusión de determinados grupos de población, son ejemplos de las consecuencias dañinas a macro-nivel.

La macro problemática, como la contaminación del aire producida por los aviones, es un asunto de cooperación internacional, mientras que a  micro-nivel un gobierno o una autoridad local puede jugar un papel muy importante, a menos que por los partidos involucrados también se presione para participar activamente en la toma de decisiones.

El Balance

Para que quede claro en base a las consideraciones arriba mencionadas, se necesitan más que solamente las buenas intenciones y una visión de desarrollo, que involucra a las futuras generaciones. Las razones por las que nuestro planeta ya está tan dañado, son muy profundas así como se explicó al comienzo de este artículo. Las ideas del desarrollo sostenible son  una iniciativa importante, pero con ella la enfermedad misma no será curada todavía. La problemática económica, que ha llevado hasta una destrucción sistemática de la naturaleza, necesita de soluciones más drásticas que solamente una visión de desarrollo. La postura de las personas (principalmente occidentales) encerradas en sí mismas con todas sus propiedades tiene que cambiar. De continuar con el atesoramiento de riqueza y de propiedades sería más tonto de lo que ya es. El dinero tiene que ser usado nuevamente para producir cosas y el consumo tiene que limitarse a lo que uno necesita; un más consumo tiene que volverse un menos consumo y la duración de los productos tiene que prolongarse.

La solidaridad con lo que nos rodea y con el medio ambiente tiene que volver a aparecer y con eso también el compromiso con las generaciones futuras. Nuevos modelos económicos basados en crecimiento cero parecerán ser necesarios.

Desde esta disertación debe haber quedado muy claro, que los principios de la sostenibilidad son mucho más manejables a un nivel regional o local, mientras que para cambiar los sistemas macro económicos, por lo mismo se tiene que poner a trabajar a otros poderes muy diferentes.

Para trabajar en la conservación de nuestro planeta a un nivel local, la educación por lo general puede jugar un gran papel como un factor necesario, para que las actuales y las futuras generaciones se concienticen de la importancia de la solidaridad con la sociedad y con el medio ambiente.

El papel del desarrollo sostenible en el turismo tiene que crecer poco a poco y no solamente por el efecto invernadero. Para conseguir esto se tiene que pensar en los siguientes puntos:

1-    Trabajar para que el concepto de sostenibilidad en el mundo sea tomado más seriamente, -no solamente en el campo ecológico -.

2-    Tiene que tomarse una acción más directa para doblegar la influencia de los procesos globalizantes – esto quiere decir – la tendencia  en todo el mundo de homogenizar los estilos de vida, las culturas, el comportamiento y aún el idioma. Un producto turístico, por ejemplo, tiene que ser único para atraer a los turistas. En este sentido el proceso de globalización es una amenaza para los destinos turísticos.

3-    Hay que crear un interés más creciente hacia el lado ético de la problemática y hacia una administración social más responsable. El futuro de las generaciones que vendrán debe involucrase más en este debate.

Para poder provocar grandes cambios en el macro nivel, se puede pensar por un lado en organizaciones mundiales independientes, como Las Naciones Unidas, mientras que otros piensan por el otro lado en que justamente ese efecto globalizante de las tendencias actuales forma parte del mal, y piensan en soluciones a nivel de los países entra ellos sin un órgano central. El oponerse al uso desenfrenado de los recursos naturales como el petróleo, el hierro o el cobre, para nombrar solamente a un par, necesitamos algo más que buenas intenciones. El reciclaje puede ser tratado en una escala mayor, y tiene que estar muy claro que se necesitan inversiones rápidamente para conseguir esto.

Entre tanto el ser humano siga viendo a la propiedad como un absoluto y en esto continúe basando su visión de la vida, será muy difícil realizar algún cambio. La visión de que el hombre se tiene de sí mismo tiene que cambiar y con eso su relación con sus alrededores y con el medio ambiente.

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